Conocimos el Bodegón el Ciervo hace unos meses, a raíz de formar parte del jurado de la Ruta de Pinchos de Cigales, en el cual, participaba dicho Mesón. Nos sorprendió la elaboración, innovación y técnicas del pincho que presentaba a concurso, aún más si cabe, una vez visto el Bodegón y conocida su trayectoria, puesto que es un sitio de los más tradicionales, localizado en una antigua bodega subterránea típica de Castilla, donde antiguamente se elaboraba el vino y donde, por sus paredes, podemos observar fotografías de personalidades que, a lo largo de los años, han pasado por allí a degustar su gastronomía tradicional. Tiene capacidad de 250 comensales, repartidos en 4 grandes comedores.

La explicación de dicha confluencia gastronómica la encontramos en la toma de las riendas del negocio de David López, hijo del propietario y fundador del negocio familiar, Julián López. Esta convivencia de generaciones ha dado lugar a la incorporación de pequeños toques de cocina moderna, manteniendo la esencia y tradición que les ha hecho estar ahí arriba nada menos que desde 1976, con sus carnes, guisos, embutidos, caza y productos de temporada, en una acertada apuesta por parte de David, acreditado cocinero y sommellier, sabiendo dotar de toques y acciones innovadoras, sin perder la identidad que su padre ha otorgado a “El Ciervo” durante tantos años.

Sus especialidades de siempre son el lechazo asado en horno de leña, su carne roja a la piedra, guisos, embutidos de La Alberca, postres caseros y, en temporada de caza, perdices, codornices, y sobre todo, ciervo preparado de múltiples formas (carpaccio, guiso, solomillo adobado y frito). También encontramos en primavera y verano caracoles o cangrejos y, en otoño, setas de temporada.

En nuestra última visita nos inclinamos por una riquísima ensalada de escabechados y su carne a la piedra, ambos para compartir y de una relación calidad/precio de sobresaliente. Postres caseros excepcionales y, cómo no, su mítico café de montería (elaborado con una mezcla de café de puchero e infusiones varias que, como las cosas que merecen la pena, mantienen en secreto. Mención aparte merecen las patatas fritas “de las de verdad” que nos pusieron, buenísimas, de llorar… Todo regado con clarete fresquito de Cigales, que hizo que lo consideremos un “a tiro hecho” al que volveremos siempre que podamos.