“Deleitarse con los ojos para luego hacerlo con el paladar”… Así es como podríamos definir a La Parrilla de San Lorenzo o, lo que es lo mismo y como reza su lema, ” El gusto por el arte, nos ha hecho expertos en el arte del gusto”.

Y es que, la decoración y enclave del local te hace pensar que estás comiendo en un museo, como podéis apreciar en las fotos. Localizado en los sótanos de un antiguo convento del S.XVI, con techos abovedados y distribución laberíntica que esconde sus numerosos apartados en forma de comedores y salones privados, el lugar es digno de visitar y, si además  es reconocido por su cocina, en especial por ser el templo del lechazo asado de la capital vallisoletana, miel sobre hojuelas que se suele decir…

Podríamos equiparar La Parrilla de San Lorenzo en Valladolid a lo que es el Restaurante José María en Segovia, uno con el lechazo, y el otro con el cochinillo. Si bien, el resto de la carta de La Parrilla no desmerece en absoluto, muy equilibrada y con otras muchas opciones que son de agradecer aún teniendo una especialidad tan demandada como el lechazo. Podemos destacar su Chuletón de buey a la brasa, solomillo, la ensalada de escabechados de caza, chipirones, paté de hongos y trozos de foie a la brasa, su plato de jamón ibérico, su cremosa tarta de queso… en definitiva variadas y acertadas opciones para una carta muy redonda de un restaurante mítico.

A destacar su amplia bodega de vinos. A pesar de su gran aforo recomendamos llamar para reservar.

En resumen, un restaurante imprescindible para los amantes del buen comer tradicional castellano.