Cuatro altos gastronómicos en la Lisboa menos conocida.
By #GuíaPaladaryTomarenRuta
El pasado mes de Julio cogimos nuestras autocaravanas y nos desplazamos a una de las ciudades europeas que mejor sabor de boca me han dejado siempre, y no hablo sólo desde el punto de vista gastronómico…
El encanto de lo viejo aún conservado, la amabilidad de su gente (también algo viejo y no tan conservado en otros sitios) y su atmósfera a caballo entre lo local y lo viajero, hacen que al volver del viaje nos repitamos lo tan manido de “menos mal que nos queda Portugal…”. El objetivo en esta ocasión era recorrer zonas no tan habituales o concurridas por los viajeros de guía en mano sino otras más escondidas, poniéndonos como siempre, excusa gastronómica de por medio…
A ver, que si que volvimos a visitar la Fábrica de pasteles de Belém, hicimos la cola (si se madruga a la hora de abrir, a eso de las 8:30 de la mañana nos la ahorramos), y nos comimos los famosos Pasteis de Belém, que íbamos a ver una Lisboa menos conocida, pero no somos del mismo Bilbao… Si una fábrica lleva abierta desde 1837 por hacer bien unos pasteles y encima tiene una estética y singularidad única…¡qué carajo!, si hay que ser guiri mientras nos comemos un rico pastel, se es. Además, para los que seáis autocaravanistas, esta zona es ideal para pernoctar en varios parkings de los alrededores y desplazarse al centro en tren.
Rua de Belém nº 84 a 92, 1300 – 085 Lisboa Portugal
Una vez colmada nuestra faceta de turista de chancla y bermuda, vamos a meternos en harina y a descubriros estos cuatro Imprescindibles Lisboetas:
1- LX Factory – Rua Rodrigues de Faria 103, 1300 – 501 Lisboa
Se trata de una especie de mercadillo, oficinas y bares emplazado sobre los restos de antiguas fábricas reconvertidas, manteniendo toda la arquitectura original pero dotadas de un aire hipster en detalles tanto en fachadas como en las calles. Terrazas y decoraciones interiores al más puro estilo vintage ofrecen al viajero una estética y ambiente difícil de ver en ciudades españolas donde la especulación del ladrillo hizo que enclaves similares ya no sean posibles.
Y sí, ahora llega la excusa gastronómica.
Titulaba este post como “Dos restaurantes, unos vinos y una tarta”. Pues vamos a hacerlo al revés y empezar por el postre.
Y es que en estas calles nos encontramos “Landeau Chocolate”, un pequeño y precioso establecimiento donde para muchos hacen “la mejor tarta de chocolate del mundo”. Yo no las he probado todas para llegar a tal afirmación, pero desde luego está de llorar… Imprescindible. Aunque en las otras terrazas os hayáis puesto hasta arriba de Super Bocks y picoteos varios, dejad un hueco para ella.
2- Wine Bar do Castelo – R. Bartolomeu de Gusmão 11, 1100-000 Lisboa – +351 21 887 9093
Hablaba de sitios poco habituales para el turista y, efectivamente, aunque la zona donde se situa este local para nada lo es (a los pies del Castillo de San Jorge), el establecimiento en sí, desde luego. De hecho, entramos con la cautela que conviene en zonas tan visitadas cualquier día de la semana y pensando en los típicos y conocidos vinos del lugar que el desconocimiento hace que el camarero te los “emplume” sin anestesia de por medio. Vamos, como en Valladolid La Planta y otras hierbas.
Pues todo lo contrario. Este garito, con tan sólo 3 mesas, es un auténtico templo para los amantes del vino. Más de 150 referencias por copas, un camarero-sumiller que no solo te aconseja según el gusto particular de cada uno, sino que según tus indicaciones te da a probar tres vinos y, tras catarlos, te quedas con el que más te guste. Y así, a por los tres siguientes y otros tres, 3, 3, 3, 3…. aún no se como fuímos capaces de salir de allí, sería que ya todo era cuesta abajo…
Un espectáculo de variedad y profesionalidad. Para acompañar a los vinos no os compliquéis la vida, su tabla de embutidos y quesos de la zona y los aceites y mermeladas. Probablemente sea la experiencia gastronómica de vuestro viaje. Eso si, absolutamente necesario reservar con antelación y los vinos se cobran a lo que valen, no vayáis pensanso en los 2€, sino más bien en los 5€ por copa. Por cierto, no os vayáis sin pedirle un vino de Madeira, os sorprenderá.
Y, tras el postre y los vinos y yendo hacia atrás como los cangrejos, nos quedan los dos Restaurantes, uno más tradicional y otro con toques más innovadores. Vamos con el primero:
3- Adega Das Gravatas – Tv. Pregoeiro 15, Carnide, 1600-587 Lisboa – +351 21 714 3622
El que no sepa portugués, nada más entrar en este local del barrio de Carnide (aconsejamos pillar un taxi, puesto que está bastante alejado de la zona centro), puede hacerse una idea de lo que son las gravatas. Todo un surtido de corbatas de todos los tiempos cuelgan por las diferentes estancias de esta mítica casa de comidas donde prácticamente toda la clientela es local. Un excelente lugar donde probar a bajo precio gran parte de la gastronomía portuguesa (pescados, picanha, pulpo…). De los de mantel de papel y espera en barra a que te llegue el turno de sentarte, con Super Bock en mano, eso sí.
De esos sitios que tanto se echan de menos en los recorridos habituales, de los que te preguntas….¿Pero la gente de aquí, dónde come?
Pues aquí comen, este es el “restaurante de los domingos” para la gente del barrio. Todo un descubrimiento.
Y, por último, y ya intentando compensar el mantel de papel de antes por un lugar más “romántico” (que no más auténtico), llegamos a la cuarta parada gastronómica del post:
4- Restaurante Atira-te ao rio – R. do Ginjal 69, 2800-284 Almada – +351 21 275 1380
Pues eso, que igualmente sin saber portugués, más o menos “Tírate al río”. Y es que, aunque pone Almada, no es ni más ni menos que la Lisboa que queda al otro lado del río Tajo. Muchas veces dar un pequeño paseo fuera de lo más concurrido hace que merezca la pena o, al menos nos lo parezca, salir de la “parte guiri”. En este caso, con el aliciente de cruzar el río más largo de la Península Ibérica solo por el placer de darnos un homenaje gastronómico en un lugar con un encanto y unas vistas privilegiadas.
La forma de llegar es en Ferry pero el recorrido es de apenas 10-15 minutos y la frecuencia más o menos cada 20 desde la orilla de Lisboa. Eso si, no podía ser tan fácil si queremos lo bueno y menos conocido. La mayoría de viajeros del Ferry se bajan y se meten en el primer restaurante de Almada. Pues no, las cosas que merecen la pena, cuestan. Y ese “cuestan” son otros 10-15 minutos andando hasta llegar al penúltimo restaurante de la orilla a mano derecha según bajamos del barco. En las fotos podéis ver la propuesta gastronómica, cocina portuguesa con toques innovadores, buenos vinos y un enclave único en cuanto a las vistas.
Pues eso, que aquí os he dejado opciones varias…, Restaurante tradicional con gente local, Restaurante más innovador con vistas chulas, un postre y muchos vinos. Para todo lo demás… ya sabéis…
Por cierto, ya que he metido la cuña autocaravanística, aprovecho y meto la festivalera, que fue otra de las excusas del viaje. Si vais en Julio, intentad asistir al NOS Alive Festival, en serio, aunque no os gusten los grupos. El mejor festival al que he ido nunca en cuanto a infraestructura y organización (y he ido a unos cuantos). En este caso, la excusa se llamó Depeche Mode y…¡hasta los vimos!.
Gracias a Verónica, del Bar La Tinta (Toro) y a su marido lisboeta por su apreciada información para este viaje.
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