La Castillería es uno de esos restaurantes “escondidos” a los que cuesta llegar ( lo que podría ser en Asturias El Molín de Mingo o en Santiago de Compostela O Fogar do Santiso)… vamos, que hay que currárselo un poco que, dicho sea de paso, suelen ser los mejores, ya que nadie llega a ellos porque pillen de paso, sino que el boca a boca ha hecho extender su fama y eso,  suele ser por algo….

Ese algo en la Castilleria son 2 cosas, las carnes (en la tierra del atún rojo) y su estética. El restaurante se enclava en un auténtico vergel donde, rodeado de vegetación, el local se ha diseñado entonando todo lo posible con la misma, a base de troncos, maderas…, con una decoración y estructura, no solo intregada sino además con mucho encanto.

Respecto a las carnes, en la carta aparecen clasificadas por los años del animal (desde los 8 meses a los 11 años)  y por la procedencia de la raza ( León, Salamanca, Avila, Extremadura,Galicia, Sevilla…y, por supuesto, la retinta de Cádiz). Chuletones, entrecots, solomillos y demás glorias cárnicas se dan cita en una cocina con cristalera a través de la cual los comensales pueden ver su preparación.

Por poner un pero, si vais en época de cambio de tiempo, solicitad mesa en la parte cubierta, ya que en las mesas más del exterior de la terraza las moscas pueden hacer la comida muy desagradable. No obstante, también hay que decir que, en nuestro caso y tras decírselo, el personal muy amable y profesional en todo momento nos cambiaron de mesa en cuanto les fue posible.

Aconsejamos llamar antes para reservar, sobre todo en temporada alta. El restaurante cierra más o menos de Noviembre a Febrero.

En definitiva, lugar muy agradable, en un entorno de auténtico verjel, con lo bueno de los sitios a los que no es fácil llegar y con una excelente especialización en carnes.

Por cierto, gracias a la sugerencia que nos hizo de este local nuestro amigo asturianu Juan Jose García García y que hizo que se convirtiese en parada obligada en nuestra ruta gastronómica por Cádiz.