Uno de los restaurantes más escondidos y recónditos donde hemos comido, reuniendo tres condiciones muy importantes… a saber, una comida muy bien cocinada, abundante y bien presentada, un trato exquisito, que te hace sentirte como en tu propia casa y la última y no menos importante, un paisaje digno de las tierras asturianas donde se encuentra.

En la carta podemos encontrar para picar, sus famosos tortos de maíz variados, croquetas variadas, ensalada de bonito… etc.

Para los segundos nosotros comimos carrilleras de cerdo ibérico, “el plato típico” compuesto de picadillo de cerdo, huevo frito sobre torta de maíz, una rica ensalada y el plato estrella, Arroz con pitu. Todas las raciones son abundantes por lo que conviene tener mucho ojo si no quieres salir del restaurante más lleno de lo recomendable.

El local es muy acogedor y hogareño y sobre todo está ubicado en un sitio muy apartado de la civilización, con las ventajas que eso conlleva, una paz que te hará saborear aun más tu comida. Damos las gracias a nuestra amiga Olalla Salazar y a buen bocado por esta recomendación.